Aquí, lo que en verdad duele
es el eco de las sillas vacías
son las páginas blancas
de los diarios dormidos
son las copas limpias
las tazas sin berretes de saliva
duele el reclamo de los trenes huecos
la parsimonia de la cama destendida
y la consciencia estéril
de todos los malditos ceniceros
duele ser esta marioneta sin hilos
de piernas y manos rotas
de alfileres en el craneo y las rodillas
de lápices ebrios con ceguera
y guitarra con delirio de ataud
duelen las palabras secas
las comisuras de madera inchada
duelen los pasos encharcados
y la podredumbre detrás de la puerta
aquí, lo que en verdad duele
es haber vuelto a fumar en las mañanas
Dos mil veinticuatro
Hace 1 semana