domingo, 26 de abril de 2009

A donde sea: Rosabichi, Cerocahui o a donde vendan café combate.

Tuvo que pasar algún tiempo. Ya son tres semanas desde que llegué un viernes en la noche a la ibero después de una hora de presiones y tardanzas y enojos y apúralequenollegos. No tenía idea de lo que iba a pasarme. Yo sólo sabía que iba a estar por una semana en una comunidad tarahumara con mi hermano y una tal priscila con la que había hablado poco, a lo mucho sobre los materiales para las actividades que les ibamos a poner a la gente del poblado. Al poco tiempo se me pasó el coraje que me hizo pasar mi hermano por haber hecho que el resto de los 40 y tantos misioneros se esperaran dos horas a que él llegara desde monterrey. Me dió también coraje cuando nos dijeron que nos iban a cambiar de comunidad porque en dónde ibamos a ir había habido balazos, y en vez de ir los 3 a Cerocahui nos ibamos a reunir con 4 chavas y 1 cuate del DF en Rosabichi, una comunidad mestiza por ahí cerca de Creel. Primera alteración completa de los planes. Ya no necesitaba imprimir una lista de las palabras y frases útiles en rarámuri, ahí todos hablaban español, no había necesidad.

Le leí una vez a una compañera bloguera (Jacka K, http://estabocamia.blogspot.com/) que el error más recurrente de los humanos es que casi siempre pensamos que las cosas van a salir como las estamos planeando. Nunca, jamás; bueno, rara vez. Y sobra explicar esta frase porque cada quién la comprenderá a su manera. Por mi parte soy muy dado a crearme imágenes mentales y hasta situaciones premonitorias. Ese futuro recuerdo se tiene que llenar mientras tanto con predicciones o suposiciones que de cierta forma te ayudan a visualizarte y a caminar tropezándote un poco menos. Las caras y las imágenes de los lugares van apareciendo y los mapas se van dibujando conforme el presente comienza a llegar como un borrador enorme cuyo trabajo es quitarte todas esas premoniciones fallidas y llenarte la percepción de aquello que en ese instante se va percibiendo como realidad. Oséase que la lotería nacional supo captar una de nuestras más grandes tendencias de humanos previsores con sus comerciales de "¡ya me vi!"

De ahí en adelante todo fue adaptarse y conocer más y más. Y como todo, esa semana también fue un compendio de elementos que bastate combustible me han dado. Sobra especificar con situaciones y experiencias este recuento de aquella semana y los días que aún le están siguiendo. Sobra porque para que no les sonara ajeno (si no son Priscila, Diego, Jorge, Carla, Adriana, Fabiola o Mercedes) tendría que explicar las cosas con muchos detalles y total qué sentido tiene. Ya irán saliendo los cuentos de historias específicas.

Sólo diré que encontré algo. No fue un dios, ni una revelación vocacional, ni una apetura de ojos a otras realidades, no, todo eso se encuentra en tu misma casa; no necesitas internarte en una comunidad con gente mucho más pobre y feliz que tú para darte cuenta de que tu mundo puede o no ser y que tal vez vivías encapsulado en la concepción y aceptación de tu propia realidad. Y puede ser válido esto para todo aquel que así le haya caído la experiencia, lo que no es válido es que se caiga en una autoconformidad de consciencia por ya haber servido al bien común una semana. Habrá tenido importancia o no algo que hayas hecho durante ese tiempo, eso no lo sabrás nunca y tal vez no te toque saberlo, para qué, las vidas siguen y las caras y los nombres se pueden olvidar, y a fin de cuentas lo que un día haces no tiene más estragos que generar una cadena de eventos cuyo principio se olvida después del segundo eslabón. No, así no deben de ser las cosas, así no quiero que para mí sean. Yo no quiero quedarme aquí sentado agusto por creer que ya cumplí mi cuota de utilidad por un buen rato sólo por haberme ido a parar en una comunidad donde tuve que cocinar con leña, hacer en letrina y sufrir muy agusto por aguantarme la "incomodidad" de bañarme con agua fría y a jicarazos. Yo no quiero ser sólo un sobreviviente (Clarissa Pinkola, "Mujeres que corren con los lobos") que cree que ya por haber alcanzado un punto deseado se puede llamar exitoso y cae en el conformismo de quedarse ahí semi contento y orgulloso de lo que ha alcanzado, poniendo en un peligro terrible su desarrollo creativo posterior. No lo quiero y seguiré buscando evitarlo a toda costa.

Todo a fin de cuentas recae en el No te salves (no te quedes inmóvil al borde del camino... no te duermas sin sueño... no quieras con desgana... no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo). No te conformes, no te acostumbres! Nunca esperes agradecimiento por nada; un paso muy grande hacia esa calma interior es dejar de esperar que nos agradezcan por lo que hacemos. Más duras enojado por una ingratitud que contento por un gracias sincero. Si te lo dan qué bueno, si no sigue caminando y ni te des cuenta, al fin que ya le pusiste más aceite a los engranes de todo este asunto. Puede ser que esa persona pensando en lo que hiciste por ella (así haya sido sostenerle la puerta del oxxo) vaya y haga algo por alguien más. ¿Tuvo pues impotancia que te dijera gracias o no? ¿Qué es lo que te molesta? ¿que no estuviera agradecida o que no te hiciera saber que lo estaba? Cuando no nos dicen gracias nos dan un golpe al ego del "altruismo." Ponte a pensar entonces, si te molesta que no te muestren agradecimiento es porque las cosas las haces para reconfortarte y sentirte bueno, sentirte el buen samaritano que ayuda y es indispensable. ¿Para qué o para quién abriste la puerta de ese oxxo entonces? Fue por ayudar. Ayudaste, ¿cuál es el problema de que no te digan gracias?

Claro que es un incentivo para seguirnos portando de esta manera. Mucha gente se crea una decepción por la falta de gratitud ante sus buenas obras del día y simplemente las reduce o deja de hacerlas, y esto es comprensible. Válido. Demuestra gratitud cada que puedes porque comúnmente la gento lo va a estar esperando; pero tú no lo hagas, no te lo recomiendo. Vivirás mucho más en calma si no esperas agradecimientos y sólo sigues actuando.

A todo esto me refiero cuando antes dije que qué sentido tiene el saber si lo que hemos hecho le fue útil a alguien o no, o si dejamos más de lo que nos llevamos. Es un cuestionamiento exitencialista que siempre podemos tener. ¿Cuál fue mi huella, que he dejado en este mundo? La verdad, qué te importa. Es una necedad preguntárselo porque nunca vamos a saber a ciencia cierta qué beneficios o incomodidades le hemos dado a alguien. Ese escritor o músico que tanto te ha influenciado realmente da igual si sabe o no que lo ha hecho. Ese ejemplo que tal vez le llegaste a poner a algún niño (darle un dulce, fumar enfrente de él, cederle el paso, algún consejo, una grosería, etc etc) va a ser que te recuerde siempre aunque se le olvide tu cara y al paso del tiempo te ponga cualquier otra; y tú jamás te vas a enterar. Y se puede ejemplificar con infinidad de cosas y más cosas, que te vas a morir sin saber y no puedes pasarte toda la vida preguntando qué has dejado, si hubiera sido el mundo el mismo sin ti. Jamás vas a tener idea de la grandeza o pequeñez del mapa completo de tu huella y no te quiebres la existencia por saberlo.

¿Qué queda entonces? Muévete. Si hacer el bien no es lo que te trae satisfacción, no lo hagas entonces, sólo procura no joder mucho y levantar un papel de de la calle de vez en cuando. Siempre tenemos que estar persiguiendo algo, un proyecto, una visión, un amor, pero estar persiguiendo algo. Si nos quedamos como sobrevivientes contentitos con pequeñas satisfacciones que alargamos más de lo que duran tal vez las repercusiones de su causa, nos vamos a estancar y jamás nos superaremos. Pero si eres feliz en esa estabilidad, en ese punto cómodo ¿es valido quedarse ahí? Habría que asegurarse muy muy bien de la firmeza de esa felicidad, no vaya a ser que se nos vaya a caer el castillito de arena con cualquier olita barre cangrejos.

Yo persigo varias cosas. Principalmente callarle la boca a este hipócrita que escribe (y no precisamente tapársela con esos accesorios a la michael jackson y tan anti-sabínicos que los mexicanos traemos de moda) para poder escaparme sólo o acompañado: a comprar más tela tarahumara, a volver a la cajetilla diaria de faros, a tallar más figuras de ocote y volver a rajarme el dedo, a las fogatas, a caminar otra vez 4 horas entre la sierra para llegar a un lago, a cocinar con leña, a enseñarle a los viejitos a tejer ojos de dios huicholes, a tomar 5 vasos de café "combate" al día, a probar ahora sí bien el tesgüino, a volver a dormir en el piso y descubrir unos dedos heridos y mortales que ya estaban esperando a los míos.

Dije que encontré algo. O tal vez me encontraron.




A donde sea

No es que aquí no tenga nada
tengo más de lo que debiera
y sin embargo me iría contigo
a donde sea que quisieras llevarme
y sin embargo te llevaría
a donde sea que muriera por irme
todo con tal de que nunca
nos alcancen el paso los hubieras.